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Dietas, ayunos y otras cuestiones que no deben mezclarse

    Hablamos de la dieta mediterránea y de la dieta atlántica, que en la base vienen a ser lo mismo, es decir, se sustentan en las mismas condiciones. Se trata de consumir productos naturales, lo menos procesados posible, no abusar de grasas ni azucares, y tomar los alimentos cocinados de la manera más sana; junto a todo ello, la diferencia entre estos dos estilos de alimentación sería, a grandes rasgos, que en la dieta mediterránea se consumirían más productos de la tierra, y en la atlántica más del mar. Lógico esto último, estas formas de dietas se fueron creando durante siglos, donde los humanos se alimentaban de lo que tenían más cercano. Aún así, pese a ser lo normal y lo más práctico, tenemos la suerte en España de conocer las dos, y de que ambas sean muy saludables y también extremadamente sabrosas.

    Pero ah, vivimos en la era del culto al cuerpo, y comer de forma sana ya no se considera lo único que se puede hacer para mantenerse en forma. Ahora usamos otro tipo de «dietas», esas que seguimos pensando en bajar kilos de más de forma rápida aunque todos sabemos que no duradera, y que algunas veces no son saludables para nada. Luego, buscamos hacer reaccionar a nuestro cuerpo con otros métodos alternativos, que pueden ser más o menos sanos o más o menos naturales, y hoy vamos a hablar de uno de ellos: el ayuno. Vamos a analizar si realmente es todo lo que nos cuentan, en qué se basa exactamente, de qué se trata cuando se habla de otros tipos de ayunos, y qué beneficios podríamos encontrar realizando este tipo de prácticas.

    Antes de nada, irnos al origen de la palabra, y recordar que el ayuno significa literalmente «privarse de alimento y bebida durante un período de tiempo determinado«. Dos puntualizaciones llegados a este momento: uno, por el propio concepto de la palabra, esta práctica está totalmente prohibida para ciertas personas con algunos problemas de salud, y rotundamente para embarazadas. Cualquier cambio en la dieta de una mujer que va a ser madre debe ser autorizada por su médico, pero a grandes rasgos no es recomendable para una embarazada privarse de ningún tipo de alimento, mucho menos de bebida sea por un espacio de tiempo largo o corto. Así que si estás encinta y lees alguna recomendación sobre el ayuno en cualquier lugar de internet, incluso en revistas o en tiendas online que se dicen especializadas, y aún en el caso de que lo sean, será mejor no hacerle caso.

    El segundo inciso viene a raíz del período de tiempo determinado, y eso es importante. Si estás decidiendo hacer algún tipo de ayuno, hay que tener claro que es momentáneo, durante unas horas o días establecidos con antelación, y que incluso su repetición debe estar planificada, a poder ser por supuesto por un médico o especialista de ciencias de la salud. Nada de pensar en alargarlo porque nos sentimos bien, porque no tenemos ansiedad, o porque pensamos que podemos soportar algún tiempo más sin la ingesta de cualquier alimento: todo debe estar programado y calculado con antelación.

    El ayuno puede ser recomendado por el médico, aunque generalmente se hace como una forma de darle descanso al sistema digestivo durante un tiempo ante cualquier clase de infección; más allá de eso, en la actualidad no suele recetarse como un remedio en sí, aunque sí que lo fue en tiempos pasados. Pero lo que sí están muy de moda son los ayunos terapeúticos, que buscan dar un respiro a todo nuestros órganos en general, intentando cambiar su metabolismo y hacer una especie de «formateo» de nuestro cuerpo desde el interior. Es por eso que se inventaron los ayunos parciales, donde sólo se permite tomar agua, o por ejemplo ciertos tipos de alimentos durante un período determinado. O lo que está muy de moda también, el ayuno intermitente, uno de los más apreciados ya que es muy fácil de llevar a cabo, no genera gran ansiedad ni dificultad durante su práctica, y los que lo prueban realmente se sienten renovados y llenos de energía.

    Para terminar decir que, a veces, en esto del ayuno, muchas veces nuestro bienestar depende mucho del estado psicológico. Y es ahí donde también beneficia el hecho de ayunar, en que puede hacer que cuerpo y mente se sientan bien a la vez.

    La Dieta Atlántica, esa gran desconocida

      Los nutricionistas no se cansan de alabar los beneficios de la dieta mediterránea, ya sea por el uso del aceite de oliva como grasa saludable, por el consumo de frutas y verduras, la ingesta regular de agua y o la practica de ejercicio regular. En síntesis, la dieta atlántica comparte todas estas enseñanzas, pero da prioridad a ciertos tipos de alimentos y al consumo de una mayor cantidad de proteínas, ya sea carne roja, huevos, productos lácteos o vegetales. El consumo de pescado y mariscos (siempre frescos) también es de extrema importancia, así como los cereales y las patatas.

      La dieta atlántica tiene sus raíces en Portugal y Galicia. Esta dieta se lanzó al mapa mundial cuando científicos de las regiones atlánticas española y portuguesa (que formaron el Centro Europeo para la Dieta Atlántica) unieron fuerzas para explorar sus implicaciones en la salud. Es una dieta especialmente adecuada para prevenir y tratar enfermedades cardiovasculares porque es rica en grasas saludables y antioxidantes.

      Sus principales características serían:

      • Consumir grandes cantidades de pescado y mariscos .
      • Consumir frutas y verduras, especialmente manzanas y cítricos .
      • Usar aceite de oliva como grasa saludable.
      • Consumir leche todos los días.
      • Consumo moderado de carne magra en combinación con patatas y verduras.
      • El agua debe tener la máxima prioridad, aunque se permite vino ocasional.
      • Trata el patrón de la dieta atlántica como un patrimonio cultural tradicional y disfrute del placer de comer comidas saludables.

      La dieta atlántica desaconseja el consumo de cualquier tipo de alimentos procesados, incluidos los alimentos fritos y azúcares.

      Como se ha indicado, esta dieta implica comer muchas verduras frescas, frutas, pescado y bajo consumo de alcohol. La mayoría de estos alimentos están fácilmente disponibles y el pescado se encuentra en grandes cantidades en las regiones atlánticas, lo que hace que sea bastante fácil seguir el patrón de alimentos. Por otra parte, el patrón de la dieta atlántica parece tomar prestadas partes de la dieta mediterránea, pero promueve el alto consumo de pescado en lugar de carne. Se sabe que el pescado es el mejor suministro de ácidos grasos omega-3; en particular, los estudios han demostrado que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (AGPI) pueden contribuir a la prevención de la enfermedad coronaria. El alto consumo de pescado también se relacionó con la reducción de los factores de riesgo asociados con la enfermedad cardíaca.

      Varios estudios han concluido que el cumplimiento del estilo de vida de la dieta atlántica condujo a menores riesgos de desarrollar diabetes. Se demostró que el aceite de hígado de bacalao reduce el riesgo de diabetes tipo I de inicio en la infancia.

      La dieta atlántica promueve una dieta rica en verduras y frutas. Los datos compilados de varios estudios confirman que esto podría reducir el riesgo de desarrollar disfunción cerebral y cataratas. Este hecho es respaldado debido al uso diario recomendado de aceite de oliva, que es conocido por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias . El aceite de oliva también ayuda a mejorar la memoria y el estado de ánimo.

      La investigación para dilucidar el vínculo entre la dieta atlántica del Sur de Europa y la baja tasa de mortalidad debido a enfermedades del corazón encontró que el grupo que se adhirió al patrón de la dieta registró un riesgo 33 por ciento menor de ataque cardíaco en comparación con el grupo que no se adhirió al patrón de la dieta. También hubo una mejora significativa en los factores de riesgo de enfermedad cardíaca y se concluyó que este plan de dieta reduce la presión arterial, disminuye los niveles de triacilglicerol en plasma, la agresión plaquetaria y la inflamación.

      Sin embargo, debemos decir que no todo son beneficios, pues existen varias factores de riesgo dependiendo de algunas características personales que puedan encontrarse en alguno de los sujetos de población. En realidad, algunas de las dificultades para seguir la dieta atlántica pueden ser la falta de suministro de pescado de calidad, la falta en el plan de dieta de algunos alimentos que son muy comunes y a los que estamos acostumbrados como la carne roja, y lo poco atractiva que puede resultar si se compara con la cocina industrial tan extendida en estos días. Pero lo que sí se puede asegurar es que merece 100 por ciento la pena intentarlo.